domingo, 28 de octubre de 2012
martes, 23 de octubre de 2012
viernes, 19 de octubre de 2012
La mala racha.
Mis certezas desayunan dudas. Y hay días en que me siento extranjero en cualquier parte. En esos días, días sin sol, noches sin luna, ningún lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie. Las palabras no se parecen a lo que nombran y ni siquiera se parecen a su propio sonido. Entonces no estoy donde estoy. Dejo mi cuerpo y me voy, lejos, a ninguna parte. No quiero estar con nadie... ni siquiera conmigo
Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción.
jueves, 18 de octubre de 2012
martes, 16 de octubre de 2012
Remedio para melancólicos
Cuando me veas deprimido, ansioso, malhumorado,
todo lo que tienes que hacer es quitarte la ropa,
y entonces brilla el sol y se revela el secreto:
que somos carne y respiramos y estamos
cerca el uno del otro.
Tu desnudez me vuelve invulnerable.
La lógica podrida, el corazón
borroso, gangrenadas tardes se curan
con la simetría perfecta de tus brazos y piernas
.
Extendidos forman un círculo eterno, sendas
hacia una playa sola, la rubrica de un Dios.
Todo lo que no eres tú, todo lo que no soy yo
deja de tener importancia: el dolor,
el sin sentimiento, el asco, son nimiedades
que nada tienen que ver con la vida.
Cuando me veas agonizante, quítate la ropa.
Aunque estuviera muerto resucitaría.
Siempre
Antes de mí
no tengo celos.
Ven con un hombre
a la espalda,
ven con cien hombres en tu cabellera,
ven con mil hombres entre tu pecho y tus pies,
ven como un río
lleno de ahogados
que encuentra el mar furioso,
la espuma eterna, el tiempo!
Tráelos todos
adonde yo te espero.
Siempre estaremos solos,
siempre estaremos tú y yo
solos sobre la tierra,
para comenzar la vida!
viernes, 12 de octubre de 2012
El Desayuno
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
domingo, 7 de octubre de 2012
Guerras calladas
No estalla como las bombas, ni suena como los tiros. El hambre, que mata callando, mata a los callados.
De ellos, sabemos todo. Los expertos, los pobrólogos, los estudian y nos ofrecen los datos actualizados:
Qué no comen, en qué no trabajan, cuántos son, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen.
Sólo nos falta saber por qué los pobres son pobres. Ellos, los muertos de las guerras, los presos de las cárceles, los brazos disponibles, los brazos desechables, sin tierra, sin casa, sin camino.
¿Será que los pobres son pobres porque su hambre nos da de comer y su desnudez nos viste? ¿Qué sería de nosotros sin ellos?
miércoles, 3 de octubre de 2012
El diagnóstico y la terapéutica
El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.
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